El peor año para el mercado laboral es el que está terminando. La pandemia hizo que la cantidad de empleos perdidos llegara a números récords en el país, dejando a millones fuera del mercado laboral.

Esta situación fue el principal reflejo de los efectos de la crisis económica producto del coronavirus, lo que a la vez disminuye o elimina ingresos de las personas, profundizando más el problema y haciendo difícil su salida. El impacto de todo esto fue generalizado, pero afectó, en términos relativos, más a los trabajadores chilenos que a los inmigrantes.

Así lo muestran los datos en detalle de la Encuesta de Empleo del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), analizados en un informe por Clapes UC, que dan cuenta de que el empleo inmigrante llegó a caer un 11,1% (91.900 personas) en su peor momento, mientras que el empleo chileno lo hizo en 21,6% (1.751.900 personas). (Ver infografía)

Esto en primera instancia estaría reflejando un efecto distinto al que anticipaban expertos y organismos internacionales, como la Ocde, que planteaba a mitad de año en su informe de perspectivas de empleo que los inmigrantes serían el grupo con mayor impacto a nivel global por la pandemia, junto con las mujeres y los trabajadores de menor calificación. Pero lo cierto es que la caída relativamente menor a la de los chilenos se debe a que los inmigrantes están obligados a mantenerse en el mercado laboral, mientras más chilenos salieron de forma más flexible de él.

De acuerdo al investigador de Clapes UC, Patricio Mansilla, esto está “directamente relacionado con que durante la pandemia la fuerza de trabajo de los inmigrantes se redujo en menor medida que la chilena”. De hecho, esta variable se contrajo hasta el 16% en el caso de los nacionales, mientras que entre los extranjeros lo hizo solo hasta un 4,8% en su peor momento. Así, aunque las personas inmigrantes pierdan su trabajo, están obligadas a mantenerse buscando y tratando de obtener otro, aunque sea en peores condiciones, debido a las menores redes de apoyo en relación a los nacionales.

“Las diferencias en la reinserción al mercado laboral son tal, que al último trimestre móvil de agosto-octubre la fuerza de trabajo inmigrante aumentó un 1,3% en términos anuales, mientras que la fuerza de trabajo chilena aún se mantiene con una variación anual negativa de dos dígitos”, complementa el informe.

Asimismo, la tasa de ocupación (ocupados como porcentaje de personas en edad de trabajar) entre los migrantes está muy por encima de la chilena, llegando a 64,8% en el último registro de octubre, mientras la de los nacionales alcanza al 47,2%.

A octubre, el empleo inmigrante correspondía a 883 mil puestos de trabajo, lo que equivale al 9,8% del total de ocupados en el país. Este grupo lo encabezan las personas de origen venezolano, sumando 274 mil trabajadores ocupados, seguidos por los de origen peruano, con 195 mil personas. Pero ambos grupos vivieron durante la pandemia realidades distintas.

Según los datos de Clapes UC, los trabajadores de nacionalidad peruana fueron los más afectados durante la crisis sanitaria. En el trimestre agosto-octubre se contabilizan 45 mil puestos de trabajo menos para este grupo, con una caída en el empleo del 23,2%, lejos la mayor para una nacionalidad. Le siguen los ciudadanos haitianos, con 18.500 empleos perdidos (-16,7%).

Una de las principales razones de esta fuerte caída entre los inmigrantes de Perú se debe a la incidencia en el sector de servicio doméstico, que ha sido uno de los rubros más afectados durante esta pandemia. Ahí, los empleos para las personas peruanas cayeron en 53% entre octubre de este año y octubre de 2019, lo que implica la destrucción de 19.700 plazas laborales.

Sin embargo, no es la única categoría donde les fue mal a peruanos y haitianos. Entre los asalariados privados también son los más afectadas en términos anuales. En ambos casos se han perdido un poco más de 18 mil empleos.

Lo mismo pasó con los empleos por cuenta propia de los haitianos y peruanos, donde se ve una variación anual negativa del 81,5% y el 19,6%, respectivamente.

La otra cara de la moneda se registró entre los venezolanos, siendo la nacionalidad que se vio menos afectada y que, de hecho, aumentó sus puestos de trabajo durante la pandemia.

Según los datos de Clapes UC, ese grupo aumentó en un 5,9% su empleo en 12 meses, lo que implica un incremento de 16 mil plazas. Esto, impulsado principalmente por el alza de los trabajos asalariados privados, donde los venezolanos crecieron en un 8,6% respecto del año previo.

De acuerdo a la presidenta de la Asociación de Venezolanos en Chile (Asoven), Patricia Rojas, “se evidencia en el caso de la comunidad de personas venezolanas la necesidad no solo de sustento económico personal, sino de la obligación de sostener a las familias en Venezuela. Esta situación nos exige reinventarnos y estar disponibles para ejercer los empleos que se nos presenten. También tomar en cuenta el emprendimiento de nuestra comunidad que siempre busca ofrecer puestos de trabajos a nuestros connacionales. Esto impacta positivamente en las estadísticas de empleabilidad de venezolanos en Chile”.

El informe de Clapes UC muestra que el principal sector económico donde se encuentran los inmigrantes es el comercio, con cerca de 210 mil trabajadores. Ese sector es uno de los pocos que aumentó sus puestos de trabajo totales, con 18.800 nuevos cupos, subiendo un 9,8%.

El resto de los inmigrantes se concentra en sectores que no han tenido tan buen desempeño, como la industria manufacturera con 89 mil empleos (pero que perdió 6.100 este año) y la construcción, con cerca de 80 mil (que sumó 6.400 a octubre). Más atrás vienen alojamiento y servicio de comidas, con 76 mil empleos, el más golpeado por la pandemia, donde se perdieron 31 mil puestos laborales de trabajadores extranjeros.

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