Hace tres días el Presidente Piñera anunció la agenda de Equidad de Género que impulsará el gobierno. Son 12 puntos, entre protocolos y proyectos de ley que buscarán equiparar la cancha entre hombres y mujeres, además, y como dijo el propio Mandatario, recuperar el “tiempo perdido” en cuanto a reivindicación de derechos.

En este contexto, y frente a todo el movimiento feminista que ha tomado fuerza en el país, es preciso revisar algunas cifras para comprender el camino que ha tomado el mercado laboral. Por lo mismo, el Centro de Microdatos de la Universidad de Chile, que desarrolla la encuesta de Ocupación y Desocupación en el Gran Santiago, analizó las brechas de género en los últimos 20 años.

Uno de los primeros resultados que arroja este análisis es que la brecha por ingresos entre hombres y mujeres no ha tenido variaciones significativas en los últimos 20 años.

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En 1998 si el hombre ganaba $326.336 mensuales las mujeres percibían $225.374, lo que significaba una brecha de 30,9%. En 2008 esta diferencia era de $142.044 en favor de los hombres, llegando a una brecha de 32,6%.

Actualmente, considerando marzo de 2018, el estudio muestra que la variación ha sido poco significativa, ya que la brecha alcanza un 26,2% (14,1% en la OCDE), es decir, los hombres ganan $230.878 más que las mujeres.

Un panorama similar al vivido en 2017, donde la brecha por ingresos partió en marzo en 24,8%, terminando en diciembre en 30,4%.

Si bien, el problema de la brecha salarial por sexo es prácticamente un fenómeno histórico y mundial, los esfuerzos que se han hecho en Chile, por igualar las remuneraciones de los hombres y mujeres por el mismo trabajo realizado, no han tenido efectos.

En 2009 se creó Ley de Igualdad de Remuneraciones (N° 20.348), que a la fecha ha tenido sólo 27 denuncias, y en 2015 no se presentaron denuncias, según antecedentes de la Dirección del Trabajo.

Posteriormente, en 2014 el gobierno estableció la mesa de Mujer y Trabajo, una instancia tripartita (Ejecutivo, trabajadores y empleadores) que buscaría generar políticas públicas dirigidas a las mujeres, donde el tema de igualdad salarial era prioritario, sin embargo, esta instancia no tuvo los resultados esperados.

Uno de los últimos esfuerzos por regular la equidad salarial por sexo lo hizo el gobierno anterior al incorporar el derecho de “igual pega, igual paga” en el proyecto de reforma constitucional, el cual aún descansa en el Congreso.

Si bien, esta temática no está incorporada en la agenda de Equidad de Género que presentó el Presidente Piñera, la ministra de la Mujer, Isabel Plá, a pocos días de haber asumido la cartera más nueva del gabinete, dijo que “es un proyecto que está en nuestra cartera, probablemente lo abordaremos en los próximos meses, pero sí, nosotros compartimos el objetivo que en Chile debe establecerse la igualdad salarial entre hombres y mujeres”.

Empleo y participación

Estas brechas persisten al observar la tasa de desempleo. De acuerdo al análisis de Microdatos, se puede observar que la diferencia entre la tasa de desempleo de los hombres y las mujeres se ha mantenido en torno al 1% en los últimos 20 años.

Entre 1998 y 2008 los hombres reportaron una tasa de desempleo de 11,1%, mientras las mujeres de 12,3%, lo que significó una brecha de 1,2%. Mientras que, entre los años 2008 y 2018- la tasa de desempleo promedio de los hombres fue de 7,4% y para las mujeres de 8,4%, generando una brecha de 1,0%.

“Existe una brecha en las tasas de empleabilidad entre ambos sexos, donde los hombres presentan tasas de desempleo más bajas y durante los últimos 20 años esta brecha no ha mostrado señales de acortarse”, dice el documento.

En lo positivo, respecto a la evolución de la empleabilidad, es que “la situación de los hombres y mujeres en el mercado laboral en términos de empleabilidad se mueven de forma paralela y favorable: cae el desempleo para los hombres y lo hace también para las mujeres en magnitudes similares”, sostiene el documento.

En cuanto a participación laboral (el número de ocupados y desocupados sobre el total de la fuerza de trabajo), si bien existe una importante brecha entre ambos sexos, en el caso de las mujeres ésta ha ido aumentando.

En marzo de este año la diferencia en este ítem fue de 17,6% (hombres de 71,7% y la de mujeres de 54%), según el informe de ocupación y Desocupación en el Gran Santiago. Ahora, en los últimos 20 años, la tasa de participación femenina ha aumentado 10,3%, mientras que la de los hombres se ha reducido 2,2%.

Calidad de los empleos

De acuerdo a los antecedentes del informe, en los últimos 20 años el porcentaje de mujeres asociado al trabajo doméstico ha caído en 6%, en cambio, tanto el número de mujeres que trabajan por cuenta propia como las asalariadas han aumentado en alrededor de 3%.

Este dato es revelador, porque en economía laboral es relevante no solo la creación de empleos, sino también su calidad, es decir, que los nuevos puestos de trabajo no sean trabajos precarios, los que generalmente están asociados a empleos por cuenta propia”, señala el documento.

En tanto, en marzo de 2018 se observa que entre las mujeres que trabajan, el 18% lo hace por cuenta propia, 68% está asalariada y 12% se desempeña como trabajadora doméstica. Del total de mujeres empleadas el 11,5% lo hacía en la producción de bienes y servicios, 23,9% en comercio, 15,8% en servicios del gobierno y financieros, 16,7% en servicios personales y del hogar, 27,8% en servicios comunitarios y sociales, mientras que el 4,3% trabajaba en servicios de transporte y almacenamiento.

Al examinar la distribución según actividad económicas, el sector comercio (que generalmente se asocia a mayor precariedad) ha crecido solo 3% en 20 años, y lo que ha sucedido es que el trabajo femenino en el sector servicios comunitarios y sociales ha aumentado en 5% durante los últimos 20 años.

Esto -dice el análisis- también permiten sacar conclusiones en un ámbito más general: “Los datos obtenidos mediante la Encuesta de Ocupación y Desocupación, muestran que la creación de nuevos empleos no es consecuencia únicamente del trabajo por cuenta propia, sino también del incremento del trabajo asalariado que, por lo general, se asocia a mejores condiciones laborales”.

Respecto a las brechas en el mercado laboral por años de escolaridad, el análisis del centro de estudio señala que se han ido disipando.

“No se observan brechas considerablemente altas en las tasas de desempleo de mujeres con diferente nivel educacional. Por el contrario, la participación femenina por tramos de escolaridad muestra cambios importantes, pues el aumento general responde a una mayor participación laboral de mujeres con educación media completa y universitaria, por lo tanto, se podría inferir que las mujeres que se están incorporando al mercado laboral, también son las más capacitadas”, concluye el análisis de Microdatos.

Artículo de Pía Toro

Fuente: La Tercera

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