La depresión no es un tema individual ni sólo del intramuros familiar, sino que también es un problema que puede incidir en la economía.

Es por ello que el director del Centro de Microdatos de la Universidad de Chile, Jaime Ruiz-Tagle, y el académico de la Facultad de Economía y Negocios de la misma casa de estudio, Pablo Troncoso, estudiaron el impacto de este flagelo en Chile y sus resultados fueron plasmados en un estudio denominado “Los costos laborales de la salud mental en Chile”. Fue presentado en el encuentro anual de la Sociedad de Economía de Chile.

La investigación reflejó que la depresión tanto diagnosticada como sintomática puede influir en la participación laboral y provocar un descenso de los salarios por horas trabajadas de un 60% en las mujeres y un 50% en los hombres.

“En Chile tenemos niveles de depresión muy altos, incluso más que en los países desarrollados, y eso aparte de ser un problema de salud pública relacionado con el bienestar de las personas, también desde el punto de vista de la economía afecta el desempeño laboral de los afectados, y termina siendo un perjuicio económico a nivel individual y un problema de eficiencia económica a nivel agregado”, explicó Ruiz-Tagle.

En el documento se indica que los trabajos en salud mental han cobrado importancia en los países desarrollados debido al incremento de enfermedades como el stress, la depresión y la ansiedad. Para el caso de Chile, los economistas utilizaron la Encuesta de Salud Pública (EPS) de 2009 que muestra una tasa de depresión de 17,2% de síntomas depresivos en el último año, y un 21,1% de episodios de iguales características en toda una vida.

En esta categorización, las mujeres registraron una tasa más alta de depresión que los hombres en todos los niveles educacionales, mientras que aquellos con nivel educacional más alto tenían en promedio una tasa de depresión menor que aquellos con bajo nivel de escolaridad.

“La gente con depresión o sus síntomas tienen una menor probabilidad de participación laboral entre un 20 y 40%, y eso es muy fuerte porque quiere decir que el país se está perdiendo este recurso productivo, y desde un punto de vista personal deja de percibir ingresos en el mercado laboral”, sostuvo el académico.

Esta variable tiene mayor incidencia en los hombres debido a que ellos registran los más altos índices de participación laboral en cuanto a género. No obstante, aquellos que sí ingresan al mercado laboral también sufren un menoscabo como consecuencia de la enfermedad mental que los aqueja.

De acuerdo al paper, en total las brechas de salario son más altas entre las mujeres ($335) que entre los hombres ($88) aunque existen distinciones según nivel de educación. Por ejemplo, para los que cuentan con educación terciaria (universitaria) la brecha es de $891 en el valor de la hora de trabajo considerando un costo de $3.457 para quienes no están diagnosticados con depresión versus los que sí ($2.566). Esta diferencia es de $504 en el caso de las mujeres, pero es mucho más alta cuando sólo cuentan con educación secundaria ($159 versus $95 de los hombres).

Llama la atención que la brecha se da vuelta en el caso de los hombres con educación primaria, ya que quienes están diagnosticados con depresión logran un pago por hora de $1.174 versos los $1.098 de quienes no. “Ello se explica porque la gente con bajos niveles educación usualmente lleva a cabo actividades en las cuales se les paga por su presencia con tareas como hacer aseo, por día trabajado, y no por cuán rápido lleva a cabo su labor. Es distinto a los otros casos donde se valora más el esfuerzo porque ahí las personas con depresión no logran una situación mejor remunerada”, acotó Ruiz-Tagle.

El documento indicó que esta enfermedad puede afectar hasta en un 50% el salario que se percibe y no sólo por el tema de las licencias, añade el director, sino que también porque en ocasiones la persona con depresión puede estar en el lugar de trabajo pero con ausencia mental, lo cual repercute en el trabajo en equipo. “En el sector público donde los salarios están más asociados a la asistencia la brecha es menor que en el sector privado o el trabajo independiente ya que está más asociado al desempeño, por ejemplo a la cantidad de ventas que se realizaron”, recalcó.

Asimismo, concluyó con la necesidad de dimensionar el impacto de la depresión para la sociedad y su capacidad productiva, “este es un llamado de atención súper importante para que los diagnósticos sean focalizados tempranamente para tratar a tiempo estas situaciones de salud mental y así, evitar problemas de desempeño en los lugares de trabajo”.

Artículo de Miriam Leiva

Fuente: Pulso

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