“Tengamos claro: Chile no está en el siglo XXI en el uso masivo de productos financieros. Por eso desde la ABIF apoyaremos a que muchas más personas y empresas conozcan y usen productos financieros, dado que esta industria puede contribuir aún más en el desarrollo del país. También implementar la Ley de Bancos; y por último, como industria, seguir abriendo caminos para incluir en nuestros productos y servicios a más mujeres, inmigrantes y tercera edad”. A esas tareas estará abocado en los próximos dos años el nuevo presidente de la Asociación de Bancos e Instituciones Financieras (Abif), José Manuel Mena.

Cuatro décadas de su vida ligado a la industria bancaria ha pasado este ejecutivo. Fueron precisamente su experiencia y conocimientos de los temas que atañen al sector los argumentos que pesaron a la hora de ser escogido, por unanimidad, como el nuevo presidente de la ABIF.

“El haber pasado por seis bancos, tener una trayectoria profesional y estar mirando el sistema financiero en todas sus dimensiones durante estos años contribuyeron al apoyo que recibí. He podido construir confianzas y conocimientos y en este caso se valoró”, reconoce Mena.

Ingeniero civil de la Universidad de Chile, 63 años, cuenta con un nutrido currículum. En 1979 ingresó al Banco de Talca, desde donde enfrentó la crisis financiera de los ochenta. Durante tres años fue jefe del departamento de análisis de crédito y estudios del Banco Nacional y luego estuvo 10 años en Banco Osorno. Entre 1995 y 2007 se desempeñó como gerente general ejecutivo en BancoEstado, en donde lideró el cambio de imagen, incluida la recordada campaña publicitaria del “pato” del banco.

El jueves 11 de abril asumió como el sucesor de Segismundo Schulin-Zeuthen, quien estuvo a cargo de la entidad los últimos cuatro años. Actualmente la banca atraviesa un momento crucial, con múltiples frentes abiertos, tanto en lo legislativo como a nivel de ciberseguridad y educación de los clientes, por eso la gestión de Mena será sin respiro. En lo inmediato, el timonel entró de lleno en la discusión sobre el proyecto de ley que limita la responsabilidad de los usuarios ante fraudes en productos y servicios financieros, que fue aprobado por la Cámara y pasó a discusión en el Senado.

-¿Hasta dónde van a llegar defendiendo los intereses de la banca en esta modificación legal?

“La ley es preocupante y puede ser un golpe al uso de productos financieros masivos propios del siglo XXI. No se trata de cualquier producto, estamos hablando de medios de pago. En algún minuto tenemos que dejar de tener billetes y monedas, y los medios de pago son una necesidad del mundo moderno. Pero requieren confianza y transparencia que permitan que la cadena no se altere. Los riesgos de los medios de pago son múltiples y han ido creciendo en forma acelerada”.

-En concreto, ¿qué van a hacer para evitar que los bancos deban responder ante todo evento?

“Queremos crear una conciencia más amplia del problema. Está la cadena de pago comprometida y el poder tener medios de pagos del siglo XXI al alcance de todos. Vamos a reiterar los argumentos que ya hemos expuesto, vamos a hacer propuestas para modificar la ley y tenemos confianza en que nos van a escuchar. Nos preocupa que la redacción actual tenga elementos de inconstitucionalidad”.

“No es una ley para los bancos o las tarjetas que emiten, es para todos los emisores bancarios y no bancarios. El proyecto original estaba orientado a tarjetas de crédito, pero la última redacción habla de cualquier transacción electrónica, incluyendo las empresas. Una transacción entre dos empresas por centenares de millones de pesos está incorporada hoy en el proyecto, y no parece tener sentido”.

-¿Han cuantificado el impacto que ocasionaría esta ley para el sector bancario?

“Las cifras de fraude han ido creciendo y cambian. Una de las aristas que preocupa del proyecto es cómo puede incitar al autofraude, y eso es muy difícil de medir. Pareciera que aquí los clientes están en la vereda opuesta de los bancos y es necesario recordar que si a nuestros clientes les va bien, al banco le va mejor. Si tienen un problema de deuda, liquidez o fraude, al banco le va mal. Esta es una relación de largo plazo. Llegar a un extremo a como está el proyecto hoy, me parece que es no hacer la mirada de largo plazo a la que tenemos que llegar como país”.

-¿Son los clientes quienes deben hacerse cargo de los fraudes, como planteó el gerente general de BCI?

“El punto de fondo que comparto es que la solución es de todos. Nuestros clientes son parte de la solución, ellos deben tener cuidado con sus claves en la página donde entran, a quién le entrego la información y en eso no hay que perderse”.

Ciberseguridad: “Nos afecta a todos”

-Tras un 2018 complejo en la materia, ¿cómo están enfrentando el tema de la ciberseguridad en la ABIF?

“La gestión de riesgo en ciberseguridad está entre las tres preocupaciones de la industria no solo en términos de tener adecuadas herramientas, sino también protocolos, competencias, personal y clientes entrenados. La ABIF ha sido un eje muy valioso en el último año para coordinar y apoyar las instancias de los bancos, manejar protocolos de respuestas y poder ir minimizando los efectos. Este no es un problema exclusivo de la banca, nos afecta a todos”.

-¿Cuánto gastan los bancos en Chile para protegerse de estos actos?

“Esto es dinámico y no hay una cifra, pero comparado con otras industrias, la financiera es la que mejor gestiona los riesgos. Años atrás lo importante era abrir oficinas, hoy es tener herramientas, sistemas, posicionamiento y personas capacitadas para enfrenar los ataques. Pero más que cuánto se gasta es cómo se gasta y el efecto final. Se puede invertir todo lo que uno quiera, pero es clave el protocolo de respuesta ante un ciberataque”.

-¿Si en Chile las transacciones no fueran instantáneas, estaríamos más protegidos?

“Claramente la instantaneidad es una dificultad para poder hacer procesos de verificación cuando hay una situación irregular. Hoy hay sistemas, microsegundos y segundas claves, pero no siempre es posible tener la certeza. Evidentemente sería un beneficio no solo para el banco, sino que también para todos los instrumentos financieros tener un retardo de algunas horas”.

“El tope puede ser unas 10 o 12 horas. Hace veinte años no teníamos a organizaciones internacionales con respaldo de países haciendo hacking de primer nivel. Este mundo cambió y necesitamos darles confiabilidad a los medios de pago masivos y para eso hay que poner elementos de resguardo y es responsabilidad de todos. El cliente debe tener conocimientos y cuidado con sus instrumentos”.

-¿Cómo reciben en la ABIF el anuncio de que uno de su socios, el Banco Santander, entra a competir en el mercado de medios de pago?

“La asociación tiene dos conceptos fundamentales: la competencia es buena y los bancos son los que menos van a estar en contra de ella. Lo segundo, ojalá que los esquemas de precios y tarifas sean los mejores, para que permitan un mayor uso del producto y la transaccionalidad”.

-¿Cómo ve el panorama económico?

“Si hay una industria en la que no da lo mismo cómo esté el país es la banca. No da lo mismo el ánimo de las personas, en términos de capacidad de compra. No da lo mismo el ánimo de la empresa, en cuanto a su capacidad de inversión. No dan lo mismo las expectativas, y como banco solo podemos pedir responsabilidad, conciencia de las decisiones que se toman, porque al final la banca les llega a todos”.

Artículo de Constanza Capdevila de la Cerda

Fuente:  Economía y Negocios

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